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miércoles, 27 de marzo de 2013

Un tren para pocos

Los pasajeros de los trenes del área metropolitana de Buenos Aires son pocos y son cada vez menos. El achicamiento no es reciente, ni fue consecuencia de la tragedia de Once. Las estadísticas del Indec muestran que dicho descenso comenzó en el año 2009 pero se fue profundizando en los años siguientes. Los 449 millones de pasajeros que pagaron boleto en los ferrocarriles metropolitanos en 2008 se redujeron 4% en 2009, 3% en 2010, 18% en 2011, 18% en 2012. Acumularon una caída cercana al 40% ($165 millones menos). Esta caída fue mucho más pronunciada en el Sarmiento: 8% en 2009, 8% en 2010, 11% en 2011 y 56% en 2012. La tragedia profundizó la expulsión de pasajeros pero este fenómeno es general, comenzó varios años antes y tiene múltiples causas. El deterioro del servicio y la falta de control son algunas de ellas. Queda en evidencia también que un pasaje barato no es suficiente estímulo para retener los pasajeros. En un servicio desastroso con una tarifa barata viajan sólo los que no tienen alternativa. Este es el caso de los trenes del Gran Buenos Aires. El gran beneficiario es el transporte colectivos: los pasajeros subieron más de 140 millones entre 2008 y 2012 (9 %). El deterioro del ferrocarril es el negocio de los colectivos. En los últimos años se han tomado la revancha de la pérdida de pasajeros que experimentaron en los noventa. Entre 1993 y 1999 los colectivos perdieron unos 640 millones de pasajeros (32 % menos), los trenes ganaron 270 millones (129 % más) y el subte ganó 115 millones (79 % adicional). En 1993 los trenes metropolitanos estaban gestionados por el Estado y ya a fines del 1995 estaban gestionados casi en su totalidad por concesionarios. ¿Explica esto parte de este crecimiento de los trenes? La sociedad argentina está dividida para responder. La depresión económica de 1999-2002 impactó sobre el tráfico de pasajeros y los viajes se redujeron drásticamente en todos los medios de transporte. Pero la recuperación posterior fue disímil. Los trenes ganaron pasajeros hasta el año 2008 (93 millones creciendo 26%) pero acumularon en los años posteriores una reducción del 40%. El subte creció hasta el año 2011, año en que transportó 311 millones (casi 90 millones adicionales) pero se retrajo un 23% en el año 2012. La tarifa del subte subió a $ 2,50 en enero del 2012 y pasó a ser mucho más cara que el FFCC y el omnibus. Este encarecimiento debe explicar parte del descenso. Sin embargo, ¿qué explica el descenso de los pasajeros del FFCC? El deterioro debe ser parte de la explicación. Además de la suba de tarifa, en el subte ocurrieron en 2012 otras cosas: problemas institucionales entre la Nación y la Ciudad, levantamiento de molinetes, crecimiento de conflictos sindicales, falta de colaboración, aumento de las salidas de servicio y crecimiento de pasajeros sin pago de boletos. A diferencia de lo que ocurre en todas las grandes ciudades del mundo, los trenes en la Argentina de los últimos años se han reducido a su mínima expresión, aún con un boleto muy barato y “facilidad” para viajar sin pagarlo. Los ómnibus han hecho su agosto. Aún transportan menos pasajeros que los que transportaban cuando los ferrocarriles y el subte eran gestionados por el Estado. Pero ya han recuperado mucho. El año pasado concentraron el 78% de los viajes en el AMBA por medios de transporte colectivos; bastante más que el 70% que concentraban 4 o 5 años atrás y muy cerca ya del 85% que acapararon en 1993, su año de mayor esplendor.


Fuente : Cronista

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