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viernes, 4 de noviembre de 2011

El libro del último jefe de Estación de la Patagonia sur

Se llama Carlos Gómez Wilson. Manejó el ramal Puerto Deseado-Las Heras y hoy vive en Trelew. Carlos Gómez Wilson es, por sobre todas las cosas, un tipo ordenado y metódico. A los 83 años, a pesar de los achaques de su cadera y de una sordera incipiente, pueda echar mano a su memoria y recordar con lujo de detalles situaciones que ocurrieron hace medio siglo. Recuerda fechas con la precisión de un reloj. Sobre todo, la del 17 de enero de 1978. Ese día, recibió el telegrama de la empresa Ferrocarriles Argentinos que le informaba que por disposición del Poder Ejecutivo Nacional, que por aquellos años detentaba el dictador Jorge Rafael Videla, el ramal ferroviario que unía las localidades santacruceñas de Puerto Deseado y Colonia Las Heras debía cerrar. Mientras lo leía, Gómez Wilson tenía colocada la gorra que lo identificaba como el jefe de Estación de Puerto Deseado, y a su vez, máxima autoridad de todo el ramal. La angustia que lo invadió le duró varios años, sobre todo porque Ferrocarriles Argentinos dejó cesantes a más de un centenar de trabajadores, pero obligó a Gómez Wilson a quedarse un par de años más para una tarea más ingrata aún: la liquidación de buena parte de los fierros del ramal. Sus 34 años en la empresa estatal, y la historia que lo antecedió y precedió, quedaron este año plasmadas en un estupendo libro de recopilaciones de anécdotas y documentación que lleva la firma de Gómez Wilson y de Diego Aguirres, un joven recopilador oriundo de Puerto Deseado, que fue el impulsor de “Mi vida, el ferrocarril”, en donde el último jefe de Estación de la Patagonia sur cuenta historias conocidas y no tanto de un ramal que hizo patria. El libro, editado por Vela al Viento – Ediciones Patagónicas, fue presentado hace poco en Puerto Deseado, el lugar de los hechos, y este jueves 3 de noviembre en el Auditorio “Monseñor Derisi” de la Universidad Católica Argentina, una institución que desde hace varios años viene impulsando la recuperación de la historia del ferrocarril en la Argentina. “Siempre fue un tipo que guardaba todo. Tengo papeles de todos mis años en el Ferrocarril, y Diego (Aguirres) me había dicho de hacer un libro varias veces”, cuenta Gómez Wilson desde su casa en Trelew, en donde vive hace más de 20 años. “Cuando estuve en Deseado para los 100 años del Ferrocarril, me convenció, aunque yo no sabía si estaba a la altura para poder hacerlo. Pero su ganas de recopilar todas estas historias lo consiguieron”, señala Gómez Wilson, que también destaca el enorme impulso que le dieron al libro Pedro Urbano, un histórico ferroviario deseadense (que hoy reside en Buenos Aires) y Ricardo Vázquez, presidente de la Asociación Ferroviaria 20 de Septiembre, con sede en la vieja Estación del Ferrocarril de Deseado. El libro es una sucesión de datos, anécdotas y documentación riquísimos, que reconstruyen la historia del nacimiento, apogeo y caída del ramal Deseado-Las Heras. Entre la gran cantidad de documentos que incluye la obra, se destacan los papeles que confirman la idea nunca realizada de unir Puerto Deseado con el lago Nahuel Huapi, en Río Negro, un virtual “Ferrocarril Transoceánico” ideado en 1909, que quedó trunco y sólo llegó hasta Las Heras. Bajo la inspiración de Ezequiel Ramos Mejía y la Ley 5.559 de Fomento de los Territorios Nacionales, que transformaban a la Patagonia en todo un país en lo económico por la potencial unión de los dos océanos, este ramal nunca llegó a concretarse. Era más ambicioso de lo que podríamos imaginar hoy: planeaba conectar a ese ramal con el de Playa Unión-Trelew-Madryn-Las Plumas-Esquel (también trunco), y con el de Sarmiento-Comodoro, y luego desde Bariloche con la Capital Federal. Una gran red vial que hoy sería inimaginable de implementar. “Esta obra, por mezquindad, quedo trunca con la excusa de la guerra de 1914, pero nunca fue reparado el error, por ceguera incapacidad o intereses aviesos”, recuerda hoy Urbano, un viejo defensor del sistema ferroviario. En la contratapa de “Mi vida, el ferrocarril”, Aguirres explica que el libro inspirado en la vida del último jefe de Estación consta de tres partes: “En la primera, de la mano de Carlos, conocemos detalles de su trabajo desde que era un postulante hasta que llegó a jefe. Lluego transcribe memorias de los trabajos realizados en 1912 y sus avances. Y en una tercera parte, Pedro Urbano y Ricardo Vásquez dejaron su impronta en una reseña de fechas importantes para volver a leer, pensando en aquellos que utilicen esta recopilación como material de consulta”. Aguirres cierra explicando sus nobles objetivos: “Esta recopilación intenta ayudar a comprender la importancia que tuvo el ferrocarril para muchas personas, lo que significó para estas tierras patagónicas, pero también para contar que la vida ferroviaria fue una pasión que comparten muchos a lo largo y ancho del país.”

Fuente : Diario Jornada

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