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martes, 20 de enero de 2009

El tren "La Trochita" tambien deslumbra durante las noches

El inconfundible sonido de la locomotora entusiasma a Ian, un turista de 7 años que, junto con su familia, se alista para un viaje a través del tiempo. En el pequeño vagón 502 hay entusiasmo compartido: puntual, a las 14, el Viejo Expreso Patagónico anuncia su partida rumbo a la estación Nahuelpán, en un paseo turístico que durante tres horas permitirá a sus pasajeros disfrutar de los paisajes patagónicos desde un tren de vapor de principios del siglo pasado.



La Trochita, un tren de vapor que permite a sus pasajeros disfrutar de un paisaje único
Foto: Prensa Secretaría de Turismo Esquel

La Trochita es este verano el mayor atractivo de la cordillera chubutense, un sitio bendecido con bosques y lagos que alienta la llegada de miles de visitantes cada año. Con una renovada estación inaugurada en noviembre del año pasado, parte de lunes a sábados, a las 10 y a las 14. Esta semana sumó una novedad: una salida nocturna, que comienza a las 19.30, frecuencia -según comentaron los organizadores- que se repetirá cada dos semanas.
“El sitio es increíble y este tren parece de otra época. Teníamos pendiente el recorrido en La Trochita, que era lo que más nos entusiasmaba después de la visita a los lagos del Parque Nacional Los Alerces”, comenta a LA NACION Mariana Guerrero, de 27 años, oriunda de la Capital.
Pese a que las principales localidades de la cordillera chubutense promedian el 70 por ciento de ocupación, La Trochita siempre sale completa. “Recomendamos a la gente que saque sus pasajes con antelación para asegurarse su asiento”, explican a LA NACION en la oficina de turismo de Esquel.
Américo Austin, coordinador del Viejo Expreso Patagónico, agrega: “Sin duda se ha convertido en el gran atractivo de la temporada. Desde fines de diciembre pasado el tren sale completo. Se venden sus 144 plazas en cada salida. Hay turistas que vienen exclusivamente para hacer este paseo. Nos genera un gran compromiso futuro”.
La historia de este ramal comenzó a principios del siglo pasado en el contexto de una ley que autorizaba al Poder Ejecutivo Nacional a estudiar, construir y explotar nuevos ramales ferroviarios.
Uno de los proyectos incluyó la cordillera chubutense. Pero fue sólo después de la Primera Guerra Mundial cuando el gobierno nacional decidió construir el ramal Colonia 16 de Octubre, con una trocha angosta de sólo 75 centímetros -que luego le dio al tren el nombre de La Trochita-, con el recesivo contexto de la posguerra como telón de fondo.
En 1941, el ferrocarril llegó hasta El Maitén, y el 25 de mayo de 1945, ingresó en Esquel. Cerrado durante un período de la década menemista, volvió a funcionar con fines turísticos.
Recorrido y costos
El recorrido actual es de 19 kilómetros y une Esquel con la estación Nahuelpán. El boleto cuesta 50 pesos para el público, 20 pesos para menores de entre 6 y 12 años, y 35 pesos para jubilados y estudiantes universitarios.
En el trayecto la pequeña vía cruza dos rutas: la 259 y la 40. “El Viejo Expreso Patagónico sumó, además, y a modo exploratorio, la salida nocturna de las 19.30, que permite ver el fuego de la locomotora iluminando el tren y el paisaje, además de vistas únicas de nuestra ciudad”, explica a LA NACION Florencia Aversa, secretaria de Turismo de Esquel.
Pero el paseo, antes de llegar al primer destino, alienta el entusiasmo de los turistas en la denominada “vuelta del huevo”, en el kilómetro 15. Allí, las cámaras y celulares se atolondran en las ventanillas para fotografiar la locomotora que, por única vez en el recorrido, podrá retratarse debido a una pronunciada curva que otorga a los pasajeros una visual del tren completo.
Tras casi una hora de marcha, el Viejo Expreso Patagónico llega al Museo de Culturas Originarias Patagónicas, un sitio que rescata y preserva el pasado y el presente de las culturas mapuche y tehuelche, situado en la comunidad Nahuelpán. El lugar es, durante los 50 minutos que dura la parada, una invitación abierta a la historia de la Patagonia, con stands de artesanías de la región y la posibilidad para los chicos de dar un paseo a caballo alrededor del tren.
Durante el regreso, los pasajeros no pierden el entusiasmo. Algunos eligen el pequeño vagón comedor, donde es posible compartir un snack de tartas y waffles. El paseo lleva a los turistas de vuelta a la apacible ciudad de Esquel, tras un recorrido de paisajes únicos e historia. (Fuente y foto: La Nación)

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