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lunes, 30 de noviembre de 2009

Pasión Ferroviaria


En los talleres de la estación Tolosa un grupo de platenses nucleados en el Centro de Preservación Tolosa del Ferroclub Argentino da rienda suelta a su amor por los trenes recuperando y restaurando con sus propias manos viejos vagones, locomotoras y otros materiales que ellos mismos rescatan en estaciones olvidadas. Radiografía de una actividad que hunde sus raíces en la historia de un barrio que relaciona al tren con su identidad. Por: Omar Giménez Fotos: Salvador Santoro



Cuando Carlos Di Gilio era chico veía desde la ventana de su casa la puerta de ingreso a los talleres ferroviarios de la Estación Tolosa y la casilla donde los trabajadores, entre ellos algunos familiares suyos, daban el presente y retiraban herramientas antes de comenzar cada jornada. Como ese, muchos de sus recuerdos de infancia se asocian al paisaje ferroviario. La diferencia en este caso es que como miembro del Centro de Preservación Tolosa del Ferroclub Argentino, Di Gilio, pudo rescatar y restaurar con sus propias manos aquella casilla que veía todos los días desde su casa sin utilizar más referencia que su memoria y recuperando así, un valioso recuerdo de infancia. Ahora, la típica construcción de madera es uno más de los elementos que se preservan en el Museo del Ferroclub que es visitado por un promedio de entre 4 y 5 familias cada sábado: allí hay dos locomotoras a vapor de principios de siglo, antiguos vagones de carga, guinches, zorras, material de señalización y hasta antiguas linternas.



Para Santiago Baeck, Carlos Giusso, Ricardo Menini, Carlos Di Gilio, Adolfo Lupinucci y Tomás Fragueiro, todos integrantes del mencionado Centro y la mayoría de ellos ferroviarios o familiares de ferroviarios, todos esos materiales son tesoros de enorme valor histórico cuya recuperación bien merece dedicar tardes enteras a un trabajo meticuloso que exige a la vez investigación y esfuerzo.




Para ellos, reconstruir el material ferroviario es una tarea muy vinculad a lo afectivo y a los recuerdos de infancia. Otros toman ese trabajo como una forma de reivindicar al ferrocarril y a los hombres que lo hicieron grande.



O como elige decir Adolfo Lupinucci: "recuperar el material es como recuperar la historia del ferrocarril, sus grandes nombres y su cultura. Y si hay algo presente en la cultura ferroviaria es la grandeza. Porque una de las convicciones que tenemos quienes trabajamos en esto es que un país sin trenes es una nación sin futuro".

LOCOMOTORAS, VAGONES Y ZORRAS

Apenas traspone los umbrales del taller donde se preserva el material del Centro el visitante se siente trasladado a la época dorada del ferrocarril en la Argentina.



"Muchos de estos elementos fueron recuperando recorriendo antiguas estaciones olvidadas de la Provincia y sus inmediaciones. Todavía salimos a veces a recorrer, pero ya no quedan tantos materiales con valor histórico abandonados en la zona", dice Di Gilio, que se desempeña como intendente del Centro que abre sus puertas al público en los talleres de la Estación Tolosa todos los sábados de 14 a 18.



Después cuentan la historia de algunas de las piezas más valiosas con las que cuentan en el museo. Entre las más vistosas se cuentan dos locomotoras a vapor de la primera mitad del siglo XX.



Cuentan en el Ferroclub que la primera de ellas, a la que conocen como "la 3166" es una locomotora con tanque de agua incorporado, lo que indica que se utilizaba para trayectos cortos y más puntualmente, para maniobras en las estaciones.



Esa locomotora estaba volcada en los propios talleres tolosanos cuando los integrantes del Ferroclub la recuperaron y comenzaron a trabajar en su restauración.

La segunda de las máquinas tiene otras características y otra historia, quizás más rica. En este caso se trata de una locomotora que estaba abandonada en la localidad de Lobos y pasó por los talleres del ferroclub de Remedios de Escalada antes de recalar en el Centro de preservación tolosano. Se trata de una locomotora de vapor acompañada por un "tender" para trasladar agua que indica que estaba preparada para recorrer largas distancias. Data aproximadamente de 1940 y su diseño es inglés y propio del siglo XIX.



Pero lo más pintoresco de esa locomotora es que fue utilizada para la filmación de la película "Siete Años en el Tibet", protagonizada por Brad Pitt y que fue filmada en la Estación de La Plata en el año 2000.

Con todo no es esa la primera pieza que los socios del ferroclub exhiben con orgullo, sino un guinche a vapor del año 1930 que es considerado único en su tipo y que se utilizaba, en su momento, para el acopio de bolsas en galpones.

"Este guinche tiene un enorme valor histórico y su valor monetario es difícil de calcular. Lo encontramos abandonado en las playas de los talleres de Tolosa, adonde había llegado para su desguace y el envío del material a Fabricaciones Militares. Así que gestionamos la autorización para recuperarlo", explican en el Ferroclub.

Después exhiben otras de las piezas destacadas del museo: una "autovía", vehículo de inspección usado por el personal jerárquico para circular entre las estaciones. Como muchos otros materiales, la recuperación de la autovía deparó una historia inesperada.



"En el interior del vehículo encontramos unas misteriosas varas cilíndricas, pero nos costaba entender para qué servían. De manera que investigamos y descubrimos que eran unas jabalinas que se usaban para conectarse al telégrafo. Una especie de notebook de la época", dice Di Gilio.

Entre los elementos que recuperaron los integrantes del Ferroclub se cuenta también una zorra que utilizan algunos domingos para recorrer junto a sus familias un tramo de 40 kilómetros de vías entre las estaciones de Arana y Payró.

Otros elementos destacados en el museo son un vagón tanque y otro donde se concentran y exhiben elementos históricos del ferrocarril: desde señales a linternas, pasando por carteles señalizadores, antiguos equipos de telegrafía, faroles o bebederos de estación, material que es presentado con frecuencia en distintas exposiciones.

Una de las últimas restauraciones que enorgullecen a los integrantes del Ferroclub les permitió recuperar un vagón de cargas, hecho en madera, construido en 1893.

En el museo se entusiasman contando la historia del vehículo que ofició durante años como casilla rodante (catango) para los empleados de vías y obras que se internaban en los ramales para hacer reparaciones y más tarde fue utilizado como viviendas por los deambulantes y quemado en más de una oportunidad.

EXPECTATIVAS COMPARTIDAS

Según explican en el Ferroclub, hay tres caminos para obtener material histórico para conservar y restaurar. El primero es a través del organismo nacional que administra los bienes del Estado, que se lo dona al Museo Ferroviario y éste a los ferroclubes, para que lo custodien y reparen. El segundo a través de la donación de empresas. Y el tercero, a través del aporte de los más de 30 socios que suma la entidad.

Entre estos socios hay algunos ferroviarios, jubilados del ferrocarril y familiares de ferroviarios. Otros no tienen más vínculo con el ferrocarril que la pasión por los trenes. Pero para los que son de Tolosa hablar del tren es casi como aludir a la identidad del barrio.

Todos comparten la expectativa que les genera la preparación de una serie de materiales a restaurar, concentrados en una habitación de techos altos donde aparecen viejos asientos de estación, puertas y carteles señalizadores sobre los que actualmente están trabajando. Y también se encuentran en un sueño: el de una reactivación del ferrocarril en el país y en la región. "Como en la época que llegar desde La Plata hasta Buenos Aires en tren demandaba apenas 45 minutos".

Fuente: El dia

1 comentario:

† Terre noir † dijo...

Muy buena nota, yo tengo fotos de esa y otras locomotoras cuando estaban abandonadas