No es la
única enojada para sacar el boleto con la SUBE. En general los reclamos
son por el mal funcionamiento de los tótems. La peor situación se da en
la estación de Lanús, seguida de la de Avellaneda, donde hay mayores
controles de boletos. En el resto de las paradas muchos suben sin
pasaje.
En la
estación de Lanús hay tres máquinas. Dos del lado Oeste y uno en el
Este. Respecto a boleterías, hay una ventanilla en el Este y cuatro
habilitadas en el Oeste. En cada acceso a los túneles y a los andenes,
salvo los domingos o feriados, una nutrida barrera de empleados siempre
está solicitando a la gente que muestre su pasaje.
Horacio
Maldonado (52), de Chingolo, cuenta: “Si no tomo el tren a las 7.30
llego tarde al trabajo. Yo viajo hasta Constitución y las máquinas se
rompen muy seguido”. El viernes pasado, en medio de la lluvia, Rita
Espinoza cruzaba los dedos y le decía al Zonal: “Hoy funcionan bien. Yo
vengo a las máquinas porque en las boleterías se junta más gente. El que
no saca boletos va a que le carguen la SUBE y se tarda más”. A su lado,
su amiga Ana se mostraba partidaria del abono para no perder tiempo en
colas: “Trabajo en un shopping cuatro días seguidos. Hasta el año pasado
compraba boleto de ida tanto acá como en Constitución. Después saqué
ida y vuelta porque en Constitución perdía tiempo. Ahora elegí el abono:
hago cola sólo una vez por mes”.
¿Las
máquinas se rompen porque la gente no sabe usarlas o las maltrata? Un
empleado de UGOFE, que prefiere no dar su nombre, explica: “Se tildan
seguido. O se traba el papel. Y sólo nosotros podemos abrirlas. Es una
pavada a veces el problema, pero no hay personal fijo en cada estación
para arreglarlas”. Uno de los boleteros de Lanús, a cargo de controlar
la evasión de pasajes, coincide: “En horas pico viene mucha gente y
algunos no saben usar las máquinas. Se traban y nosotros debemos llamar
para que las arreglen. Y hay una sola persona para toda la zona Sur.
Mientras viene, la gente se enoja. Algunos quieren pasar sin sacar
boleto, pero mi trabajo es dejar pasar al que tiene, aún en esas
circunstancias”. No está claro de quién depende el mantenimiento de esos
equipos. En UGOFE, la empresa a cargo del ferrocarril, informan que
debe hacerlo la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF),
pero desde ADIF lo niegan: “UGOFE es la institución que se debe encargar
del mantenimiento no sólo de las máquinas de boletos sino de todo el
sistema ferroviario que operan. ADIF se encarga de planificar, remodelar
y construir la infraestructura”, le dijeron al Zonal. Las más largas
son, además, consecuencia de que en horas pico los controles para que el
usuario viaje con boleto son rigurosos, mucho más que en otras
estaciones. Avellaneda es otra estación donde en hora pico el malhumor
manda cuando el tótem no funciona y las colas crecen. En otras
estaciones la situación es distinta: en Escalada la evasión es alta, ya
que hay poco control por los andenes conectados a los talleres que
permiten un acceso a la Universidad de Lanús, donde diariamente cursan
miles de alumnos que usan el tren. Es decir que si el único tótem de
Escalada no funciona, rara vez sus dos boleterías colapsan. En el resto
de la estaciones el panorama es similar: en Sarandí, Gerli y Villa
Domínico hay un sólo tótem, pero como el flujo de pasajeros que circula
por esas estaciones es escaso y hay poco control, no se registran tantas
demoras. En Wilde, donde suele haber más gente, hay dos tótems, pero
los controles tampoco son exhaustivos como en Lanús.
FUente : Clarin Avellaneda
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