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martes, 10 de enero de 2012

La red se desmembró y se cerró el 85% de los servicios interurbanos

En 1950 era una de las más importantes del mundo. Hoy se estima que pierde $4,5 millones diarios. Fue en 1950 cuando una locomotora a vapor terminó en la Plaza de Mayo. El ingeniero Livio Porta había desarrollado el primer diseño aerodinámico construido integramente en talleres argentinos, los de Córdoba y los de Tafí Viejo, en Tucumán. Semejante proeza era digna de ser exhibida y la locomotora viajó a Buenos Aires para que la vea el Presidente, Juan Domingo Perón. Era la década del auge del ferrocarril. Desde entonces, sólo hubo menos : trenes, empleados, pasajeros. Tampoco quedaron los servicios de agua que calmaban las sequías ni los trenes sanitarios. La red ferroviaria de entonces se ubicaba décima en el mundo con 37.000 kilómetros de vías y 37 talleres ferroviarios. En los talleres de Tafí Viejo, por ejemplo, también se había diseñado un sistema de refrigeración similar al del aire acondicionado, una rareza para la época. Pero la industria automotriz también crecía, resultaba más rentable y el mercado terminaba imponiendo su lógica. En 1980, las vías ya habían bajado a 34.000 kilómetros. Diez años después, décadas de desinversión empezaron a hacer eclosión. Los números seguían bajando: el tráfico de cargas se había reducido en 50 por ciento, y el de la Región Metropolitana llevaba un tercio menos de pasajeros. Con un déficit diario de un millón de dólares, el ex presidente Carlos Menem ordenó fraccionar la red y repartirla entre empresas privadas. El gerenciamiento quedó a cargo de las concesionarias pero el Estado, desde entonces, siguió haciéndose cargo de los subsidios. Hoy el sistema ferroviario abarca unos 7.000 kilómetros. Desde la privatización, 85.000 trabajadores quedaron en la calle y se cerró el 85 por ciento de los servicios de larga distancia . Se estima que 1.200 pueblos fueron desapareciendo. Sin el ferrocarril, su existencia ya no tenía sentido. De los 5.000 empleados que trabajaban en los talleres de Tafí Viejo, hoy sólo hay 60. Juan Carlos Cena empezó a trabajar en los ferrocarriles a los 12 años. Hijo de ferroviario y autor del libro “El Ferrocidio”, se ha convertido en una de las personas que más conoce sobre los trenes en Argentina. “Hoy los trenes no están desguazados, se están desgranando –explica–. Las vías que van a Mar del Plata están vidriadas, por eso siempre hay problemas. La recuperación de los ferrocarriles tiene que ser un problema de Estado, el ferrocarril fue un vertebrador de las economías regionales”. Tanto Cena como el diputado de Proyecto Sur Pino Solanas –autor del documental “La Próxima Estación”– calculan que el estado sigue invirtiendo en subsidios 4,5 millones de pesos por día. La misma cifra que 20 años atrás sirvió de excusa para la privatización. Pero lo que no mejoró desde entonces es la calidad. En un reciente reportaje con Clarín , Juan Roccatagliata, especialista en gestión estratégica de infraestructura de transporte ferroviario y consultor de la UIA, había dicho: “Si se comparara la red ferroviaria con la de la carretera, es como si las vías fueran de ripio y de tierra. Imagine un viaje a Rosario en auto por un camino de tierra. Así funcionan los trenes hoy”.

Fuente : Clarin

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