Los linyeras fueron en otros tiempos una constante en la estación. No mendigaban, no molestaban, sólo hacían esa vida peregrina por la que habían optado. Venían en un tren, permanecían un tiempo en las puntas de los largos asientos de madera y partían en otro.
Un tren rápido, El Expreso Los Arrayanes salía de constitución a las 8 de la mañana y en 30 horas llegaba a Bariloche. La formación era tirada por una locomotora General Motors con 12 cilindros de Motor Diesel. Dos kilómetros después de Cañuelas terminaba la vía doble y se convertía en una trocha sencilla vía Las Flores (la de mano contraria pasaba a ser vía única hacia Empalme Lobos).
Al pasar por una estación, la horquilla enganchaba un aro de hierro, que el maquinista levantaba. En la base del aro había un bastón, en el cual estaba marcado que se podía circular sin riesgo a que venga un tren de frente, hasta la próxima estación. Al llegar a cada estación, el maquinista volvía a colocar el aro en la parte superior del brazo. Simultáneamente, el tren volvía a tomar un nuevo aro. Este procedimiento se iba realizando a lo largo del viaje. Hasta que las estaciones indicadas en el bastón no recibieran el aro, no despachaban ningún tren en sentido contrario. Parece un procedimiento rudimentario, pero fue sumamente eficaz.
Como Auxiliares podemos recordar a Raúl García, Nolo Vázquez, su hermano y el “Flaco” Gutiérrez. En Boletería, el encargado el Sr. “Peti” More, y el boletero el Sr. Lázaro. Ricardo Liria (que gentilmente nos prestó las fotografías) fue boletero, guarda barrera y cambista, entre otros trabajos y nos deja un mensaje de agradecimiento a la memoria del Sr. Vieri Cerchi, un gran hombre que supo ayudar a mucha gente y que lo hizo ingresar a trabajar al ferrocarril a los diecisiete años, tras el fallecimiento de su padre, también ferroviario.
Entre los guardas mencionaremos a Uriarte, Salaburu, Steverena.
Otro tren muy esperado era el Zapalero, que dejó de funcionar a principios del año 1993. Recorría un itinerario de algo más de 1.380 kilómetros desde Constitución hasta Zapala, cerca de de veinte paradas intermedias en unas veintiséis horas de viaje hacia el sur. Era una formación de quince o dieciséis coches con una locomotora GT 22 en la punta. Para la nomenclatura oficial del Ferrocarril Roca, era el tren «Estrella del Valle».
Cuando pasaba del sur hacia el centro, no tenía parada en Cañuelas y circulaba a gran velocidad, llevando además de pasajeros gran cantidad de frutos que se entregaban en nuestra localidad al día siguiente, cuando regresaba a Zapala.
Trabajaba en la Estación de Cañuelas el papá de Eduardo Molina y también, tiempo después nuestro querido “Lito”. Como cambistas nombraremos, entre muchos otros a “Meco” García, Aurelio Alcoba, Raúl A. López y Raul Matreló (padre).
En el momento del conflicto bélico con Chile, congregó gran cantidad de personas a los lados de las vías, que acercaban a los soldados, cigarrillos, chocolate, dinero… con el corazón estrujado de dolor, mirando esas caritas adolescentes que saludaban agradecidos rumbo a un destino incierto, el tren, entonces, aminoraba la marcha permitiendo saludos, buenos augurios y emociones.
Muchas más historias se pueden contar, nuestra estación tenía un movimiento de gente muy importante, tanto de trabajadores ferroviarios como de pasajeros, la llegada del primer tren ha superado los ciento veinte años, nuestro pueblo ha crecido junto a las vías, hasta el desarrollo de las grandes rutas y autopistas.
María Emilia Floriani y Anita Pfannkuche
P.D. Y a veces, por más apurado que se estuviera… alguien perdía el tren. Y así nos pasó a las redactoras de esta nota. Se nos pasó un error, por el que pedimos disculpas.
El Sr. Enrique Ferguson desarrolló sus tareas en la Superintendencia de Tráfico, desde el año 1951 a 1960 en que se jubiló. Un saludo a su familia, que nos acercó información.
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