Contar una experiencia personal quizás resulte útil para dimensionar parte de la realidad. Pregunta: ¿Transitar por los caminos argentinos es una experiencia placentera? Me apresuro a contestar: no, es riesgosa y frustrante, en la mayoría de los casos en aquellas donde el tráfico es fluido.. En lo personal y en relación a la economía nacional. Con mi mujer elegimos descansar 9 días al pie de la cadena de Comechigones, en el norte de San Luis y en la región de Traslasierras, una de las más bellas de Córdoba. Tres son las posibilidades para llegar: o la ruta nacional 7 hasta la capital de San Luis para luego subir, o la ruta nacional 8 hasta Río Cuarto y después emprender la trepada o la muy nueva Autopista a Rosario y luego la continuación a Córdoba, en una paralela a la ruta nacional 9, que subsiste, para luego desviarse en Villa María o en Río Segundo. Desde allí se puede cruzar vía Alta Gracia la muy bella Pampa de Achala Cualquiera sea la vía que se adopte, a medida que van pasando los kilómetros y los peajes sucesivos se puede constatar el increíble y desafiante subdesarrollo argentino. Por la 7 y especialmente por la 8, se atraviesan océanos de soja y de otras cosechas. El verdor es intenso y luminoso, aun con tiempo nublado. La mirada no alcanza a abarcar todo el horizonte sembrado. Es una experiencia impactante porque están cubiertos varios tramos de las tierras fiscales, a la vera de las rutas. Pero esos caminos son exactamente los mismos que fueron trazados en la denominada Década Infame, la de los años treinta, que se caracterizó por la amplitud y el sostenido empeño por hacer obra pública. Tienen ochenta años y los talentosos ingenieros que los hicieron desafiaron incontables accidentes geográficos. Los caminos hoy usados son angostos y sumamente peligrosos por el porte cada vez más imponente de los camiones. Eso no es todo: suelen no existir banquinas, el pasto está alto y oculta desniveles. Los concesionarios, los que reciben el pago de peajes, no cumplen como debieran sus obligaciones porque pozos y baches hay, de igual manera que abundan los remiendos mal terminados, en cantidad suficiente como para llevarse un mal recuerdo. Y la calificación de la señalización puede calificarse de regular a inexistente. El GPS ahora remedia equívocos, flechas indicadoras trastocadas o torcidas y carteles borrados, que sirven de blanco para los que se divierten disparando desde autos en marcha,. A falta de ferrocarriles sólo quedaron los camiones para el transporte de mercancías. Las políticas económicas, desde la Dictadura Militar, estigmatizaron las vías férreas, las consideraron un déficit, cuando resultaban indispensables. Ahora no hay ferrocarril y los caminos no son los adecuados. Es una nación renga. ¿Cómo es posible que a lo largo de las décadas se haya descuidado la imperiosa necesidad de desplazar como corresponde enormes volúmenes de crecientes cosechas, ganados, productos industriales. maquinarias , insumos y el turismo del este al oeste, de sur a norte en caminos modernos, en autopistas donde circulan centenares de miles de camiones de todo tipo de carga, y millones de rodados particulares?. El camino no ha sido prioridad. Los gobiernos, con crisis y sin ella no le otorgaron jerarquía o eligieron la anomia total,.. El proyecto de la Autopista Buenos Aires - Mar del Plata, reclamada a gritos, demoró cuarenta años en conseguir su finalización. La Autopista Córdoba- Rosario de casi 380 kilómetros, también tiene su historia de insistentes pero desoídos reclamos. La Autopista se terminó y se inauguró. Eso sí, a lo largo de todo su recorrido no hay estaciones de servicio, ni baños, ni paradores. Ni combustibles ni comida, ni inodoros. Y ya tiene algunos remiendos. La Autopista Rosario-Buenos Aires carece, en muchos tramos, de banquinas. Si llueve, el lodazal es una trampa para cualquier tipo de maniobra. Hasta hace un par de años la red caminera se integraba con 118 rutas nacionales. Estaba compuesta por 34.000 kilómetros de declarado pavimento, 3.600 de ripio y 1.500 de tierra. Las grandes distancias en la Argentina que describieran Alberdi y Sarmiento necesitaban caminos, precarios, a veces una simple huellas, pero se les daba importancia.. Uno de ellos unía Mendoza con Buenos Aires y otro Buenos Aires con el Alto Perú, pasando por Córdoba y el noroeste del país. Las postas de caballos se ubicaban cada 50 kilómetros. Alberdi niño demoró treinta días para arribar a Buenos Aires desde Tucumán. En estos tiempos esos viajes duran horas, pero los riesgos siguen siendo muy altos.
Fuente : Cronista.com
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