La puesta en valor del local forma parte de la recuperación del emblemático edificio, en el que fueron reparadas la fachada, la playa de estacionamiento y las veredas. En el transcurso de un acto cargado de emotividad, recuerdos y presentado también como apuesta al futuro de un sector emblemático de la ciudad, la Municipalidad dejó reinaugurada ayer la tradicional confitería de la Estación Sud, situada en avenida Cerri al 900, que pasará a convertirse en un bar de carácter cultural. La puesta en valor del local forma parte de la recuperación del emblemático edificio inaugurado en 1911, que comenzó con el reacondicionamiento de su fachada, la reparación integral de la playa de estacionamiento y la readecuación de sus veredas. El intendente Cristian Breitenstein, único orador del acto, destacó su interés personal con la intervención, teniendo en cuenta que pasó su infancia a pocas cuadras del lugar, al tiempo que destacó el particular espíritu del sector. "Este barrio puede asimilarse a San Telmo, en Buenos Aires, por su mística cultural. Acá pueden venir artistas a pintar, hombres de letras o establecerse discusiones filosóficas y de las otras. Será un espacio de exposición del arte en todas sus expresiones", mencionó el jefe comunal. Corte de cintas. Mientras se desarrollaba el acto inaugural, los artistas circenses Nicolás Diez, Martín Barrientos y Gregorio Richter realizaban sus ejercicios en el exterior de edificio. La reapertura de la confitería --que contuvo la renovación de sus instalaciones, la colocación de un nuevo piso cerámico, la reconstrucción de los sanitarios y la cocina, y la restauración del valioso mobiliario--, se materializó mediante el convencional corte de cintas, colocadas en la puerta que comunica el local con los andenes de la estación. Del hecho participaron el intendente Breitenstein, el secretario de Obras y Servicios Públicos, Rubén Valerio, y Héctor Molinari, un vecino con más de seis décadas de residencia en el sector (ver aparte). Cumplido el formalismo, hizo uso de la palabra el jefe comunal, quien destacó la trascendencia del ferrocarril en nuestra historia, marcando con su presencia el diseño y la proyección urbana de la ciudad. Explicó que, a pesar de advertirse desde la comuna cómo se deterioraba el valioso edificio ferroviario, hubo que sortear varias cuestiones hasta lograr intervenir. "Teníamos un gran dilema: buscar la manera de hacernos cargo de este ámbito o mantenernos indiferentes. Pero la arquitectura y el espacio público que dejó el ferrocarril había que cuidarlos y recuperarlos", señaló. Breitenstein explicó que recuperar el edificio le resultó "gratificante", desde el momento que significa "evitar que muera, volviéndole a insuflarle un halo de vida". Los orígenes. "Mi abuelo materno tenía una peluquería a pocas cuadras de acá, sobre calle Brandsen, y recuerdo claramente cuando era chico y me traían a este lugar, uno de los paseos más significativos", indicó el jefe comunal. Por eso destacó que "más que como intendente" asistía a la reapertura de la confitería "como un vecino, convencido de la importancia de no perder la brújula de referencia con los orígenes. Así como uno piensa en mantener los amigos y la familia, también es importante recuperar los lugares donde uno se crió". Agregó que la avenida Cerri funcionaba como sitio de encuentro, con sus cafés funcionando a pleno y el tren dando una fisonomía única al lugar, apostando que todas las intervenciones apuntan a recuperar esa mística. "Esto es parte de una zona especial de Bahía Blanca, que a partir de unir la avenida Cerri con calle Montevideo volvimos a conectar con la ciudad. La idea de volver a darle una vida cultural significativa, por eso vamos a convocar a los vecinos para definir juntos el perfil de este lugar de encuentro", agregó. Por otra parte, adelantó que en los próximos meses se concretarán dos proyectos emblemáticos. Por un lado, la construcción del bulevar en la avenida Cerri, de manera de ordenar el tránsito y aumentar la iluminación. Por otro, en una apuesta turístico-cultural, se pondrá en marcha un "tren cultural", uniendo, cada fin de semana, nuestra ciudad con Ingeniero White. "Tenemos la locomotora y el vagón. Los estamos reparando y trabajando con la concesionaria para llevarlo adelante", agregó. Por último, el intendente insistió con su relación personal con el sitio y destacó la trascendencia de estas intervenciones. "No gobierna bien quien se olvida de sus orígenes. Por eso tengo un compromiso mayor con este lugar y agradezco devolverle algo de todo lo que me dio", finalizó. Cuestión de horas. "Es la primera vez en mi vida que veo andando este reloj", le dije al intendente su mamá cuando se terminó de reparar la fachada de la estación. Desde entonces, para Breitenstein no deja de ser un detalle singular que funcionen los relojes en los sitios que va recuperando. Por eso ayer le dijo al ingeniero Valerio: "fijate que mañana (por hoy) el reloj funcione". Más allá del pedido del jefe comunal, este hecho se cumplió de manera parcial, porque si bien el reloj eléctrico del frente del inmueble estaba en hora, el ubicado en el interior de la confitería --integrado a un magnífico mueble de madera-- permaneció detenido. A pesar de eso, sus agujas sirvieron como centro de una sentida reflexión. "Que las cuerdas vuelvan a funcionar es volver a poner en movimiento un lugar histórico. Que un reloj funcione significa que podemos proyectar el futuro con otra impronta, dando vida a un espacio que parecía destinado al olvido", dijo Breitenstein. Historias de vida para la reapertura. Héctor Molinari y Susana Matilla fueron dos de los vecinos que participaron, de manera activa, en la reapertura de la confitería. Molinari es propietario de un hotel situado frente a la estación, donde vive desde hace 60 años, cuando su familia --oriunda de Tornquist-- abrió el negocio. Recuerda, sin demasiado esfuerzo, el movimiento que tenía la avenida Cerri y destaca a una lechería, a la que llamaban "La milanesa", pegada al todavía vigente café Miravalles. "Era una lechería que, además, hacía helados. Tenía 16 mesas y en cada una ponían 4 tasas. A la mañana venían los trenes y despachaba cien cafés con leche cada mañana, con media lunas, manteca y dulce", recuerda. Se emociona cuando se le pregunta sobre su sentimiento al ver la confitería recuperada, porque, apunta, "uno nació acá". La otra historia involucra a Susana Matilla, quien de chica vivía a dos cuadras de la estación. A sus 50 años, recuerda con orgullo cuando, teniendo 4 años, su padre Lorenzo --ferroviario por 37 años-- la sentó en el mostrador de la confitería para que cantara ante los parroquianos. "Era muy grato para mí venir a buscar a papá con mi mamá y encontrar esa fantasía de la locomotora, el tren, el ruido. Papá entonces me invitaba a cantar y los asistentes me regalaban chocolatines", resalta. Por eso para Susana la reapertura significó revivir varias cosas. Sobre todo cuando, acompañada en el piano por Lucio Passarelli, deleitó a los presentes cantando los tangos "La luz de un fósforo", de Cadícamo y Suárez Villanueva, y "La última curda", de Troilo y Cátulo Castillo. Curiosamente, un tercer tema que estaba preparado, "El corazón al sur", de Eladia Blázquez, quedó sin interpretar, cuando era acaso el de letra más adecuada para la ocasión: "La geografía de mi barrio llevo en mí,/será por eso que del todo no me fui:/la esquina, el almacén, el piberío.../lo reconozco, son algo mío...". A resolver. El café de la estación podría tener su primera actividad concreta en 15 días, con algunas charlas organizadas desde el Instituto Cultural. Por ahora, el lugar carece de sillas y mesas y, lo que es más trascendente, no está definido quién tendrá a su cargo su manejo. "Es una cuestión a resolver. Si lo damos a una comisión vecinal que se interese o si lo concesionamos a un privado. A partir de ahí estableceremos su horario de funcionamiento y un programa de actividades", señaló Federico Weyland, director del Instituto Cultural. Kirchner, Cobos y Parchappe. "Falta mucho para hablar de política", contestó el jefe comunal cuando se le preguntó sobre la posible candidatura a presidente de Néstor Kirchner, en 2011. "Estoy en el lugar que nací y falta mucho para hablar de política. De todas maneras, es un tema que el partido debatirá el año que viene. Hoy mejor hablemos de como mejoramos la estación", apuntó. Aseguró que no corresponde que hable de política "en cada paso que da", asegurando que "la gente está más interesada en ver cómo solucionamos sus problemas y mejoramos nuestra ciudad". Pero, sin dudas, la respuesta del jefe comunal que más llamó la atención fue cuando se le preguntó sobre la pronta visita del vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, y la posibilidad de mantener una reunión protocolar con el funcionario. "Es importante que podamos reasfaltar la avenida Parchappe, porque está deteriorada desde que yo iba a jugar al básquet al club Alem", indicó, para finalmente comentar que "de la política nacional que se ocupe Cobos". Consultado sobre la posibilidad de realizar otro mandato como jefe comunal para terminar con los proyectos que tiene en marcha o en carpeta, Breitenstein manifestó su certeza de que él no iba a completarlos. "Cuándo termine mi gestión quedarán un montón de cosas por terminar. Lo bueno es que quien venga tenga la impronta de seguir haciendo. Eso es lo importante para la ciudad", señaló.
Fuente: lanuevaprovincia
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